El carnicero caníbal
El carnicero caníbal
El carnicero caníbal
Esteban quedó encantado con su nuevo cuarto. Estaba en el segundo piso de la casa, desde la ventana se veía la construcción de al lado, que era una carnicería.
Veía de la carnicería una ventana amplia que mostraba una pieza en donde había unos freezer horizontales. Más allá se divisaba el fondo de unas viviendas, luego una sucesión de techos, un naranjo que asomaba por encima de un muro, y extendiendo más la vista, una porción de la ciudad con algunos edificios altos.
Ese día toda la familia estuvo ocupada con la mudanza. Cuando llegó la noche estaban cansados pero felices en su nuevo hogar. Antes de acostarse Esteban quiso echar una última mirada por la ventana. Levantó la persiana y miró hacia la ciudad, que por estar de noche brillaban en ella millares de luces.
Sobre los edificios altos centellaban unas luces rojas, en las calles el alumbrado tenía un tono amarillento. Esteban fue bajando la vista hacia las viviendas más próximas. La pieza de la carnicería estaba apenas iluminada por un tubo fluorescente que titilaba y se apagaba por instantes. A Esteban le pareció ver que la puerta de uno de los freezer se iba levantando de a poco, pero cuando fijó su vista la luz se apagó.
Adentro quedó todo oscuro, la ventana reflejaba ahora parte de su casa. Esteban quedó esperando y, tras unos pestañeos la luz volvió a encenderse. La tapa del freezer se había levantado más, y desde su interior surgió de repente la cabeza de una niña, que estaba blanca como un papel, incluso sus ojos y su pelo. Al ver aquello se apartó de la ventana y, estirando el brazo Esteban bajó la persiana de golpe.
Temblando de miedo bajo una frazada, consideró que era mejor no contar lo que vio, pues creyó que se trataba de un fantasma, y sabia que su familia era escéptica respecto a ese asunto. Se guardó aquella experiencia de terror para si y nunca levantaba la persiana de su cuarto.
Un tiempo después se enteró de algo terrible, toda su familia, sus vecinos, la ciudad entera se horrorizo ante una noticia que dispersó terror; el carnicero que vivía al lado de su casa era caníbal.
Autor Anónimo
Esteban quedó encantado con su nuevo cuarto. Estaba en el segundo piso de la casa, desde la ventana se veía la construcción de al lado, que era una carnicería.
Veía de la carnicería una ventana amplia que mostraba una pieza en donde había unos freezer horizontales. Más allá se divisaba el fondo de unas viviendas, luego una sucesión de techos, un naranjo que asomaba por encima de un muro, y extendiendo más la vista, una porción de la ciudad con algunos edificios altos.
Ese día toda la familia estuvo ocupada con la mudanza. Cuando llegó la noche estaban cansados pero felices en su nuevo hogar. Antes de acostarse Esteban quiso echar una última mirada por la ventana. Levantó la persiana y miró hacia la ciudad, que por estar de noche brillaban en ella millares de luces.
Sobre los edificios altos centellaban unas luces rojas, en las calles el alumbrado tenía un tono amarillento. Esteban fue bajando la vista hacia las viviendas más próximas. La pieza de la carnicería estaba apenas iluminada por un tubo fluorescente que titilaba y se apagaba por instantes. A Esteban le pareció ver que la puerta de uno de los freezer se iba levantando de a poco, pero cuando fijó su vista la luz se apagó.
Adentro quedó todo oscuro, la ventana reflejaba ahora parte de su casa. Esteban quedó esperando y, tras unos pestañeos la luz volvió a encenderse. La tapa del freezer se había levantado más, y desde su interior surgió de repente la cabeza de una niña, que estaba blanca como un papel, incluso sus ojos y su pelo. Al ver aquello se apartó de la ventana y, estirando el brazo Esteban bajó la persiana de golpe.
Temblando de miedo bajo una frazada, consideró que era mejor no contar lo que vio, pues creyó que se trataba de un fantasma, y sabia que su familia era escéptica respecto a ese asunto. Se guardó aquella experiencia de terror para si y nunca levantaba la persiana de su cuarto.
Un tiempo después se enteró de algo terrible, toda su familia, sus vecinos, la ciudad entera se horrorizo ante una noticia que dispersó terror; el carnicero que vivía al lado de su casa era caníbal.
Autor Anónimo
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