MORIR DE A DOS

MORIR DE A DOS


No esperé tu muerte en este invierno
ni pensé que lloraría al abrazarte en silencio
sin poder sentir en tu piel la tibieza del sol.

Me convencí de que podría protegerte
hasta soñé revivirte con la última rosa
aquella que guardé como símbolo de pasión.

Perdí mi mente en la bitácora del recuerdo
me quebré con la tempestad de la tragedia
con el horror del espanto que me aterra.

Aun así, te amaré así seas materia inerte
con esa fuerza que del corazón emerge
siempre serás mi fuente inagotable de amor.

Nada quebrantará este sentimiento sagrado
y así el destino te haya arrancado de mi lado
te esperaré en el umbral de otra dimensión.

Dibujaré otro ocaso para nuestra despedida
ensayaré ese adiós que se esfumó en agonía
bajo el roble añoso donde te hablé de amor.

¡Si tuviera en mis manos el don de resucitarte!
Cambiaría este dolor que me carcome en vida
si pudiera regresar atrás, podría decirte adiós.

¿Dónde irán tus cenizas dispersas en el viento?
¡Por qué hace tanto frío si me abrazo a tu cuerpo!
¡Por qué no me esperaste para morir de a dos!


EURÍDICE CANOVA
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