LAS HORAS DE MI PECADO
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LAS HORAS DE MI PECADO
LAS HORAS DE MI PECADO
Sentado frente al reloj de péndulo veo las horas pasar. Envuelto en una cobija espero que llegue por mí, aquella fría y blanca niebla que conozco como la muerte. Si lees estos fragmentos quiere decir que morí o que tal ves nunca llego por mi. Puedo estarlos escribiendo en este momento o puedo estar en otro lugar pero solo se que cada ves que me concentro en la puerta, la siento mas cerca. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Un frió tormento que espero desde el primer momento que escuche a las aves cantar. El fuego ha cesado. Solo yo y la oscuridad podemos sentir sus pisadas. Pisadas que rozan el viento y que pasan sin ser detectadas. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Escucho su respiración en mi nuca, pero no esta ahí. Esta fuera aguardando tal como lo hacen los búhos. Un sonido retumba mi cabeza. Son los golpes de los que sufrimos. Es el sufrimiento de los débiles. Es la debilidad de las flores. Son las flores reflejadas.
Es el reflejo del péndulo en mis ojos. Son los ojos que siguen un movimiento que a medida que avanza me golpea la cabeza. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Me aferro a mi cobija, cada ves la noche avanza mas rápido y cada ves el frió es mas fuerte. La ventana sigue abierta. Abierta desde que trajeron al reloj pendular y desde aquella noche una brisa fuerte entraba por ella y el reloj marcaba las siete.
Hoy la brisa no ha entrado y el reloj se quedo esperándola para poder marcar aquella dulce hora. Y dieron las diez y a las doce llegara. Escucho las ramas de los arbolas moverse, y una fuerte brisa golpea mi cara, el reloj suena siete veces, me aferro a mi cobija esperando a que llegue el fin de mi sufrimiento. Su caminar se intensifica, se esta moviendo mas aprisa, creo saber que sabe que se le esta haciendo tarde mientras espero con la mirada fija en el péndulo de aquel reloj. Han encendido la luz de la habitación, se que alguien entro en ella pero no la puedo ver. no e escuchado la puerta. La luz me esta segando. Es un hombre alto y un poco flácido. Se acerca a mí pero no me mira, solo mira la hora que marca el reloj de péndulo. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. El hombre se dirige a la mesa. Toma una pluma y un pergamino.
Empieza a escribir rápidamente como si ya no tuviera más tiempo de hacerlo. Me levanto para ver lo que escribe pero el no me lo va a permitir ver. El hombre se levanta y va a sentarse a mi sillón. Observo con cuidado el escrito y noto algo en particular, el autor de aquel pergamino lleva mi mismo nombre. Escucho al hombre levantarse pero no lo volteo a ver con miedo de encontrarme a mi mismo. La luz se apaga. Camino hacia mi sillón y esta vació, el hombre se fue y esta ves si escuche la puerta. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. En medio de la oscuridad vislumbro una sombra. La sombra de la muerte. Pero aun no ha llegado. El miedo recorre mi cuerpo.
Una fuerte brisa me golpea en la cara pero el reloj no suena. Por un momento pienso haber visto que ya no estaba y lo empiezo a escuchar. El reloj suena siete veces y me golpea la mente. La habitación se enciende nuevamente, la luz me da en la cara, esta ves nadie ha encendido la luz simplemente son los rayos del sol mañanero.
Y dieron las diez y se que a las doce llegara. La puerta se habré, dos hombres entran y se dirigen hasta la mesa. Ahora caminan junto a mi sillón, uno de ellos lleva un pergamino en la mano. Levantan el reloj lentamente y salen de la habitación. La puerta se ha cerrado y nuevamente estoy yo y la oscuridad. La mañana es fresca y una brisa golpea mi cara. El reloj suena siete veces, un sonido que golpea mi mente. Y miro el reloj pero ya no esta.
Me levanto y camino hasta la puerta pero no la abro. Enciendo la luz sin importar que sea de día. Me dirijo a la mesa y tomo una pluma y un pergamino. Mientras escribo siento que alguien me observa. Dejo ambas cosas y camino hasta mi sillón, me siento nuevamente y miro mi reloj. Pero el reloj ya no esta. Me levanto y camino hasta la puerta, la abro y salgo de la habitación. Observo aquel corredor que me espera y me pongo a pensar, han dado las diez y ya nunca llegara.
Autor: green rabbit
Todos los derechos reservados
Sentado frente al reloj de péndulo veo las horas pasar. Envuelto en una cobija espero que llegue por mí, aquella fría y blanca niebla que conozco como la muerte. Si lees estos fragmentos quiere decir que morí o que tal ves nunca llego por mi. Puedo estarlos escribiendo en este momento o puedo estar en otro lugar pero solo se que cada ves que me concentro en la puerta, la siento mas cerca. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Un frió tormento que espero desde el primer momento que escuche a las aves cantar. El fuego ha cesado. Solo yo y la oscuridad podemos sentir sus pisadas. Pisadas que rozan el viento y que pasan sin ser detectadas. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Escucho su respiración en mi nuca, pero no esta ahí. Esta fuera aguardando tal como lo hacen los búhos. Un sonido retumba mi cabeza. Son los golpes de los que sufrimos. Es el sufrimiento de los débiles. Es la debilidad de las flores. Son las flores reflejadas.
Es el reflejo del péndulo en mis ojos. Son los ojos que siguen un movimiento que a medida que avanza me golpea la cabeza. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. Me aferro a mi cobija, cada ves la noche avanza mas rápido y cada ves el frió es mas fuerte. La ventana sigue abierta. Abierta desde que trajeron al reloj pendular y desde aquella noche una brisa fuerte entraba por ella y el reloj marcaba las siete.
Hoy la brisa no ha entrado y el reloj se quedo esperándola para poder marcar aquella dulce hora. Y dieron las diez y a las doce llegara. Escucho las ramas de los arbolas moverse, y una fuerte brisa golpea mi cara, el reloj suena siete veces, me aferro a mi cobija esperando a que llegue el fin de mi sufrimiento. Su caminar se intensifica, se esta moviendo mas aprisa, creo saber que sabe que se le esta haciendo tarde mientras espero con la mirada fija en el péndulo de aquel reloj. Han encendido la luz de la habitación, se que alguien entro en ella pero no la puedo ver. no e escuchado la puerta. La luz me esta segando. Es un hombre alto y un poco flácido. Se acerca a mí pero no me mira, solo mira la hora que marca el reloj de péndulo. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. El hombre se dirige a la mesa. Toma una pluma y un pergamino.
Empieza a escribir rápidamente como si ya no tuviera más tiempo de hacerlo. Me levanto para ver lo que escribe pero el no me lo va a permitir ver. El hombre se levanta y va a sentarse a mi sillón. Observo con cuidado el escrito y noto algo en particular, el autor de aquel pergamino lleva mi mismo nombre. Escucho al hombre levantarse pero no lo volteo a ver con miedo de encontrarme a mi mismo. La luz se apaga. Camino hacia mi sillón y esta vació, el hombre se fue y esta ves si escuche la puerta. Y dieron las diez y se que a las doce llegara. En medio de la oscuridad vislumbro una sombra. La sombra de la muerte. Pero aun no ha llegado. El miedo recorre mi cuerpo.
Una fuerte brisa me golpea en la cara pero el reloj no suena. Por un momento pienso haber visto que ya no estaba y lo empiezo a escuchar. El reloj suena siete veces y me golpea la mente. La habitación se enciende nuevamente, la luz me da en la cara, esta ves nadie ha encendido la luz simplemente son los rayos del sol mañanero.
Y dieron las diez y se que a las doce llegara. La puerta se habré, dos hombres entran y se dirigen hasta la mesa. Ahora caminan junto a mi sillón, uno de ellos lleva un pergamino en la mano. Levantan el reloj lentamente y salen de la habitación. La puerta se ha cerrado y nuevamente estoy yo y la oscuridad. La mañana es fresca y una brisa golpea mi cara. El reloj suena siete veces, un sonido que golpea mi mente. Y miro el reloj pero ya no esta.
Me levanto y camino hasta la puerta pero no la abro. Enciendo la luz sin importar que sea de día. Me dirijo a la mesa y tomo una pluma y un pergamino. Mientras escribo siento que alguien me observa. Dejo ambas cosas y camino hasta mi sillón, me siento nuevamente y miro mi reloj. Pero el reloj ya no esta. Me levanto y camino hasta la puerta, la abro y salgo de la habitación. Observo aquel corredor que me espera y me pongo a pensar, han dado las diez y ya nunca llegara.
Autor: green rabbit
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Armando Lopez- Mensajes : 472
Fecha de inscripción : 25/08/2012
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